En esta oportunidad, sí salieron las cosas como debe ser. Al inicio de la clase me llevé a los chicos al patio trasero del liceo y junto a otro pasante dirigimos una dinámica con el grupo completo. Se les notaba lo entusiasmados que estaban, aunque se presentó el mismo problema de siempre, no me dejaban hablar, lo mismo le ocurría al otro pasante. Por fin, nos dejaron hablar, les explicamos la dinámica, se divirtieron mucho pero al final terminaron cayéndose al piso, y llenos de tierra. Pese a esto, considero que si se logró el objetivo porque a pesar de que hicieron desorden y todo eso, estoy segura que el mensaje les quedó, que era el respetar a los demás, que las cosas no se deben pedir por la fuerza sino con el diálogo de manera amable.
Luego volvimos al salón y vimos la presentación en video beam que les llevaba preparada para esa clase, iba pasando lámina por lámina, explicando lo más importante de cada una de ellas y haciéndole preguntas variadas al grupo con el fin de fomentar su participación. Se mostraron bastante participativos y por primera vez en mucho tiempo, estaban bien atentos a la clase. Eso me llenó de mucha satisfacción y me dio mucho ánimo.
La clase se fue desarrollando de buena forma, el profesor intervenía de vez en cuando haciendo interesantes aportes al igual que los chicos. Al terminar me dieron un aplauso y me felicitaron, eso me hizo sentir bastante feliz. Luego les pedí que se organizaran en grupo para que realizaran la actividad final de la unidad didáctica que consistía en elaborar un afiche preventivo sobre la Enfermedad de Chagas.
Se volvieron a dispersar un poco, especialmente algunos grupos, pero se les veía interés por la actividad porque me solicitaban láminas de papel bond y marcadores. Mientras ellos iban trabajando, yo junto con el otro pasante íbamos llevando por grupo un frasco con chipos vivos sanos, y se les hacía una demostración personalizada para que vieran como el insecto sacaba la proboscis al sentir el calor y el olor de la sangre. Esto les encantó, muchos se asustaban pero se vio que la información realmente les llegó y en definitiva, eso es lo que se quiere con este tipo de actividades.
El hecho de ir mostrándole y explicándole de uno por uno, es una sensación muy gratificante porque se puede establecer un contacto directo y cercano con el joven lo cual permite conocerlo y encontrar la manera de cómo llegarle según sean sus características. Sería espectacular que esto se pudiera hacer siempre pero el gran número de alumnos con respecto al de profesores casi nunca lo permite.
En general, me sentí mejor al terminar esta clase a pesar de que no se pudo culminar del todo. Me gustó cómo el grupo se mantuvo atento, nos respetamos unos con otros, hubo participación, hubo acercamiento entre ellos y yo; es decir, como dije en el título: esta sí que fue una verdadera clase.
Luego volvimos al salón y vimos la presentación en video beam que les llevaba preparada para esa clase, iba pasando lámina por lámina, explicando lo más importante de cada una de ellas y haciéndole preguntas variadas al grupo con el fin de fomentar su participación. Se mostraron bastante participativos y por primera vez en mucho tiempo, estaban bien atentos a la clase. Eso me llenó de mucha satisfacción y me dio mucho ánimo.
La clase se fue desarrollando de buena forma, el profesor intervenía de vez en cuando haciendo interesantes aportes al igual que los chicos. Al terminar me dieron un aplauso y me felicitaron, eso me hizo sentir bastante feliz. Luego les pedí que se organizaran en grupo para que realizaran la actividad final de la unidad didáctica que consistía en elaborar un afiche preventivo sobre la Enfermedad de Chagas.
Se volvieron a dispersar un poco, especialmente algunos grupos, pero se les veía interés por la actividad porque me solicitaban láminas de papel bond y marcadores. Mientras ellos iban trabajando, yo junto con el otro pasante íbamos llevando por grupo un frasco con chipos vivos sanos, y se les hacía una demostración personalizada para que vieran como el insecto sacaba la proboscis al sentir el calor y el olor de la sangre. Esto les encantó, muchos se asustaban pero se vio que la información realmente les llegó y en definitiva, eso es lo que se quiere con este tipo de actividades.
El hecho de ir mostrándole y explicándole de uno por uno, es una sensación muy gratificante porque se puede establecer un contacto directo y cercano con el joven lo cual permite conocerlo y encontrar la manera de cómo llegarle según sean sus características. Sería espectacular que esto se pudiera hacer siempre pero el gran número de alumnos con respecto al de profesores casi nunca lo permite.
En general, me sentí mejor al terminar esta clase a pesar de que no se pudo culminar del todo. Me gustó cómo el grupo se mantuvo atento, nos respetamos unos con otros, hubo participación, hubo acercamiento entre ellos y yo; es decir, como dije en el título: esta sí que fue una verdadera clase.
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