Entrando al salón les entregué las láminas a los grupos que faltaban por exponer y comenzamos rápidamente porque sentía que tal vez el tiempo no iba a alcanzar para las actividades que tenía planificadas. Le pedí ayuda a un pasante de ciencias, y gentilmente él aceptó, ya que mientras yo evaluaba a los compañeros que exponían, él me iba preparando el material para la siguiente actividad.
Las exposiciones estuvieron bastante bien, claro siempre cometían errorcitos y la manera de expresarse no era la mejor, porque usaban palabras muy coloquiales y no acordes con el lenguaje científico que debería manejarse, sin embargo no les hice demasiado hincapié en ese aspecto, aunque el profesor si les hizo el señalamiento.
Las láminas quedaron espectaculares, los dibujos muy bien elaborados, utilizaron frases y slogans muy llamativos; en general, considero que la actividad dio buenos frutos. Pude observar el avance que se logró en tan sólo 4 sesiones de clase, lo cual me hace sentir feliz porque, mal que bien, se está logrando lo que se pretende lograr.
Al terminar de exponer, mi compañero y yo les repartimos dibujos y frases con un trozo de tirro en su parte trasera, con los cuales formaríamos en la pizarra un cuadro comparativo entre mal de chagas y paludismo. Era gracioso lo que muchos de ellos hacían con los papelitos: se los pegaban en el pecho, en la frente, etc., cosa que no debería ser pero que refleja las ocurrencias de esa edad tan difícil, como lo es la adolescencia.
Di las explicaciones generales, presentándose el problema de siempre de que no me dejaban hablar, ni me hacían caso. Por lo visto mi tono de voz tampoco ayuda porque queda opacada ante tanto ruido, voy a tener que tomar el consejo del profesor asesor que consiste en llevar una especie de regla o cualquier tipo de objeto que haga ruido y que gracias a eso, logre captar la atención de los estudiantes. Sinceramente, que esto no me agrada mucho porque me hace recordar las reglas gigantes que tenían los maestros cuando yo cursé primaria y que usaban para mantener la disciplina pero de una forma un tanto violenta, causando miedo a los alumnos, lo cual tampoco es la idea. De todas formas, voy a intentarlo, nada se pierde probando y obviamente, no usándola de la manera cómo la usaban antes los maestros…
Comenzamos a rellenar el cuadro, pasando uno por uno al pizarrón, pegando el dibujo o la palabra correspondiente. Algunos se mostraban un tanto apáticos, probablemente fue porque en un comienzo no comprendieron la actividad pero luego cambiaron su actitud. Después de terminar el cuadro, se notó cierto desorden, el profesor se molesta, y manda a 2 chicos que estaban alborotando la clase que pasen y que expliquen lo que estaba en la pizarra; uno de ellos ni se levantó del asiento, el otro por lo menos hizo el intento.
Luego el profesor, les comenta que ellos mismos son los que lo llevan a uno como docente a realizar estas cosas por su falta de atención y de respeto en muchas ocasiones. Después, le di libertad a dos compañeros para que uno explicara todo el mal de chagas basándose en el cuadro, y el otro explicara el paludismo también en base a lo presentado en dicho cuadro.
La explicación de ambos estuvo excelente, se mostraron muy entusiasmados y animados por lo que al finalizar su explicación, se les dio un fuerte aplauso a modo de estímulo para ellos mismos y para el resto de sus compañeros, en especial, aquellos que se dedican a alborotar a los demás para ver si toman lo bueno del momento y deciden cambiar su actitud, o por lo menos, ser más participativos y colaborar más con los profesores.
Las exposiciones estuvieron bastante bien, claro siempre cometían errorcitos y la manera de expresarse no era la mejor, porque usaban palabras muy coloquiales y no acordes con el lenguaje científico que debería manejarse, sin embargo no les hice demasiado hincapié en ese aspecto, aunque el profesor si les hizo el señalamiento.
Las láminas quedaron espectaculares, los dibujos muy bien elaborados, utilizaron frases y slogans muy llamativos; en general, considero que la actividad dio buenos frutos. Pude observar el avance que se logró en tan sólo 4 sesiones de clase, lo cual me hace sentir feliz porque, mal que bien, se está logrando lo que se pretende lograr.
Al terminar de exponer, mi compañero y yo les repartimos dibujos y frases con un trozo de tirro en su parte trasera, con los cuales formaríamos en la pizarra un cuadro comparativo entre mal de chagas y paludismo. Era gracioso lo que muchos de ellos hacían con los papelitos: se los pegaban en el pecho, en la frente, etc., cosa que no debería ser pero que refleja las ocurrencias de esa edad tan difícil, como lo es la adolescencia.
Di las explicaciones generales, presentándose el problema de siempre de que no me dejaban hablar, ni me hacían caso. Por lo visto mi tono de voz tampoco ayuda porque queda opacada ante tanto ruido, voy a tener que tomar el consejo del profesor asesor que consiste en llevar una especie de regla o cualquier tipo de objeto que haga ruido y que gracias a eso, logre captar la atención de los estudiantes. Sinceramente, que esto no me agrada mucho porque me hace recordar las reglas gigantes que tenían los maestros cuando yo cursé primaria y que usaban para mantener la disciplina pero de una forma un tanto violenta, causando miedo a los alumnos, lo cual tampoco es la idea. De todas formas, voy a intentarlo, nada se pierde probando y obviamente, no usándola de la manera cómo la usaban antes los maestros…
Comenzamos a rellenar el cuadro, pasando uno por uno al pizarrón, pegando el dibujo o la palabra correspondiente. Algunos se mostraban un tanto apáticos, probablemente fue porque en un comienzo no comprendieron la actividad pero luego cambiaron su actitud. Después de terminar el cuadro, se notó cierto desorden, el profesor se molesta, y manda a 2 chicos que estaban alborotando la clase que pasen y que expliquen lo que estaba en la pizarra; uno de ellos ni se levantó del asiento, el otro por lo menos hizo el intento.
Luego el profesor, les comenta que ellos mismos son los que lo llevan a uno como docente a realizar estas cosas por su falta de atención y de respeto en muchas ocasiones. Después, le di libertad a dos compañeros para que uno explicara todo el mal de chagas basándose en el cuadro, y el otro explicara el paludismo también en base a lo presentado en dicho cuadro.
La explicación de ambos estuvo excelente, se mostraron muy entusiasmados y animados por lo que al finalizar su explicación, se les dio un fuerte aplauso a modo de estímulo para ellos mismos y para el resto de sus compañeros, en especial, aquellos que se dedican a alborotar a los demás para ver si toman lo bueno del momento y deciden cambiar su actitud, o por lo menos, ser más participativos y colaborar más con los profesores.
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